Yo soy ESO - cap. 2 - Nisargadatta Maharaj

La Obsesión con el Cuerpo


Interlocutor: Maharaj, usted está sentado enfrente de mí y yo estoy aquí a sus pies. ¿Cuál es la diferencia básica entre nosotros?
Maharaj: No hay ninguna diferencia básica.
Int: Sin embargo debe haber alguna diferencia real. Yo vengo a usted, usted no viene a mí.
Mah: Debido a que usted imagina diferencias, usted va aquí y allá en busca de gente «superior».
Int: Usted también es una persona superior. Usted proclama conocer lo real, mientras yo no lo hago.
Mah: ¿Le he dicho yo alguna vez que usted no sabe y que, por lo tanto, es inferior? Deje que quienes han inventado tales distinciones las prueben. Yo no pretendo saber lo que usted no sabe. De hecho, yo sé mucho menos que usted.
Int: Sus palabras son sabias, su comportamiento noble, su gracia todopoderosa.
Mah: Yo no sé nada sobre todo eso y no veo ninguna diferencia entre usted y yo. Mi vida es una sucesión de acontecimientos, igual que la suya. Sólo que yo estoy desapegado y veo el espectáculo que pasa como un espectáculo que pasa, mientras que usted se apega a las cosas y se mueve con ellas.
Int: ¿Qué le hizo a usted tan desapasionado?
Mah: Nada en particular. Aconteció que confié en mi Gurú. Él me dijo que yo no soy nada sino mí mismo y yo le creí. Al confiar en él, me comporté en consecuencia y dejé de inquietarme por lo que no era mí mismo, ni mío.
Int: ¿Por qué tuvo usted la fortuna de confiar en su maestro plenamente, mientras nuestra confianza es nominal y verbal?
Mah: ¿Quién puede decirlo? Aconteció así. Las cosas acontecen sin causa ni razón y, después de todo, ¿qué importa quién es quién? Su elevada opinión de mí es solo su opinión. En cualquier momento usted puede cambiarla. ¿Por qué dar importancia a las opiniones, ni siquiera a las suyas?
Int: Sin embargo, usted es diferente. Su mente parece estar siempre calmada y feliz. Y en torno a usted ocurren milagros.
Mah: Yo no sé nada sobre milagros, y me pregunto si la naturaleza admite excepciones a sus leyes, a menos de que convengamos que todo es un milagro. En cuanto a mi mente, no hay ninguna cosa tal. Hay consciencia, en la que todo acontece. Es completamente evidente y está dentro de la experiencia de todo el mundo. Únicamente, usted no observa con suficiente cuidado. Observe bien, y vea lo que yo veo.
Int: ¿Qué ve usted?
Mah: Yo veo lo que usted también podría ver, aquí y ahora, si no fuera por el enfoque incorrecto de su atención. Usted no se presta ninguna atención a usted mismo. Su mente está toda con las cosas, las gentes y las ideas, nunca con usted mismo. Póngase a usted mismo en el foco, devenga consciente de su propia existencia. Vea como funciona usted, observe los motivos y los resultados de sus acciones. Estudie la prisión que ha construido en torno a usted mismo, por inadvertencia. Al saber lo que usted no es, usted llega a conocerse a usted mismo. La vía de vuelta a usted mismo es a través de la negación y del rechazo. Una cosa es cierta: lo real no es imaginario, no es un producto de la mente. La sensación de «yo soy» no es continua, aunque es un indicador útil; muestra dónde buscar, pero no qué buscar. Solo obsérvela. Una vez que usted está convencido de que no puede decir verdaderamente nada sobre usted mismo excepto «yo soy», y de que nada que puede ser señalado, puede ser usted mismo, la necesidad del «yo soy» ha terminado —usted ya no intenta verbalizar lo que usted es. Todo lo que necesita es deshacerse de la tendencia a definirse a usted mismo. Todas las definiciones se aplican solo a su cuerpo y a sus expresiones. Una vez que desaparece esta obsesión con el cuerpo, usted revertirá a su estado natural, espontáneamente y sin esfuerzo. La única diferencia entre nosotros es que yo soy presenciador de mi estado natural, mientras usted está aturdido. Lo mismo que el oro convertido en ornamentos no tiene ninguna ventaja sobre el oro en polvo, excepto cuando la mente lo establece así, de igual modo nosotros somos uno en el ser —diferimos solo en apariencia. Lo descubrimos siendo serios, buscando, indagando, preguntando cada día y cada hora, dando la propia vida a este descubrimiento.

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