Cuando ya no hay identificación con “algo” del fluir de las apariencias, de lo manifiesto, entonces ya se ha ido más allá de lo manifiesto.
El propio sentido de identidad, de ser, ya no está ligado a cosa o cualidad alguna, pudiéndose estar y ser entonces en comunión con lo que sea que el fluir manifieste, descansando nuestra identidad más allá de toda apariencia, de toda manifestación, de todo devenir y temporalidad.
Reposando en aquello que es en esencia No-manifiesto; aquello que es vasto, inmenso, ilimitado, inabarcable, atemporal e inmortal; aquello que no hay como nombrar, siendo uno con ello y en ello...
Richard Mesones.
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