Nada sucede y todo sucede...

¿Qué sucede cuando uno ya no se identifica más con lo que sucede en uno, llámese sentimientos, pensamientos, sensaciones, recuerdos, etc ?

¿Qué sucede cuando ya no hay más apego a una condición exclusiva como referencia de ser, de verdad interior, y por tanto no hay más resistencia al fluir interior?

Pués bien, nada sucede..., y todo sucede...

Nada sucede, porque ni hay sonido de cornetas y violines, ni fuegos artificiales ni absolutamente ninguna sensación de logro o de algo especial.

Y nada sucede, pues, al no estar más identificado con ninguna cualidad específica, entonces se siente que todo sucede en uno, pero que nada le sucede a-uno.

Y por ello mismo, todo sucede...
Todo está "permitido".
Toda emoción, sentimiento, pensamiento, idea, sensación, recuerdo, fantasía o lo que fuere puede surgir en esa espaciosidad interior carente de centro.
Todo surge y se diluye en espontánea danza interior sin control ni dirección.

Externamente, uno llora, ríe, corre, duerme, va, viene, se cae, se levanta, etc.
Igual que cualquiera.

Internamente, no hay nadie aquí a quien las actividades del cuerpo-mente le sucedan.
Ninguna entidad separada del fluir de la vida, con voluntad propia o desiciones que tomar.
Esa es la única diferencia.

No que no me pase lo mismo que a usted, los mismos sentimientos, etc.
Sino que no me suceden a "mi".

El "yo" es tan sólo un manojo de recuerdos y puntos de vista, de hábitos mentales y apegos emocionales.

Un manojo que la brisa de la observación desparrama a los cuatro vientos revelando así su falta de substancia real, su carencia de realidad.

"Luego", simplemente la vida, siendo, sin nadie viviéndola...

Me explico; si usted observa cualquier movimiento interno sin la idea de que "no debería ser así", hallará que en esa no resistencia interior a lo que es, lo que es cesa por si mismo.
No se forman dos fragmentos, "yo" y "eso otro".
Queda el silencio, la espaciosidad del ser en la cual todo sucede, y a la cual nada le sucede.

Es el espacio inviolable, la sacralidad que no puede ser manipulada, alcanzada, perdida o ganada, que no puede ser sobornada con oraciones, rituales, conductas, ofrendas, ejercicios ni plegarias.

Sin un "yo" separado del movimiento de lo que es, en ese sagrado espacio interior, entonces ya no hay nadie aquí.

Hay sólo la vida, siendo, a su propio ritmo en cada manifestación, en "cada ser".

La vida, que ya no busca nada fuera de si ni en ninguna otra dirección.

La misma vida que, espontáneamente se llamará a silencio, a recogerse en si misma para contemplar en si misma el misterio de su propia esencia.

Cuando ya no hay nadie buscando nada, el espacio se "abre", y lo absoluto asoma...




Richard Mesones.

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