-
-
-
-
-
Sin por qué no hay más separación.
Sin por qué no hay más distancia, ni interpretación, ni distorsión.
Sin por qué no hay ni distancia, ni separación, ni resistencia, ni conflicto ni dualidad.
No hay más fragmentación ni confusión en la mente.
Hay visión de lo que es por lo que es, tal cual y como es. Sin "debería" ni dualidad, ni nada que elegir imponerse o imponer.
Y en ello cesa lo que es.
Entonces la mente ha ido "más allá" de lo que es, ya no está atrapada en el eterno conflicto en relación a lo que es y la constante comparación con la ilusoria dualidad de "lo que debería ser".
Esa mente es libre.
Y en la proposición "lo que es", ella es el ES en el cual "lo que" sucede sin afectarla.
Somos el ES, siendo, auténtica, originalmente, sin ningún "por qué", ni argumento, ni justificación.
Dándonos cuenta...
Siendo, sin una "historia", sin barullo, que nos distraiga de la vida siendo a cada instante...
-
-
-
-
-
Este atemporal inmodificable...
No hay nada que ganar, o que perder.
Nunca ha habido el menor cambio.
Lo único que cambia es la forma en que uno es visto,
según la forma en que uno es pensado.
La forma en que uno se ve, según uno se piensa.
O sea, la conciencia que es la vida absoluta manifestándose como "yo", "tú"
, "él", etc, siendo conciente de si misma, jamás modifica su naturaleza esencial.
Lo único que va cambiando es la forma en que esa conciencia se ve, la forma en que "yo" me veo.
Pero siempre he sido yo mismo.
Siempre soy yo mismo.
Y siempre seré yo; pensado así, o asá,
hasta que me de cuenta de la futilidad, del engaño, del error, de la mentira, de la falsedad, de lo condicionante de pensarme.
"Yo" es el nombre con que la conciencia se nombra en cada uno al tomar conciencia de si misma en cada uno.
Pensarme, creerme, asumirme de un determinado modo, me hace sentirme-verme como si realmente fuera así, sin percatarme que es tan sólo un estado artificial de "ser" creado por el pensamiento.
Yo que estoy "dormido", yo que soy un "iluminado", yo que "no soy suficientemente bueno", yo que soy un "buscador espiritual", yo que soy "...", etc,etc,etc...
Vaya juego de idiotas!
Es más, basta con ver ya mismo que ese "otro" ("yo pensándome así o pensándome asá") no es una realidad, que soy simplemente yo pensandome "otro"...
En ese momento se torna evidente que tan sólo soy yo, que siempre he sido yo, que siempre seré yo..., simplemente yo..., llanamente yo..., naturalmente yo..., sin ninguna cualidad adosada ni ningún tipo de aditamento.
Toda búsqueda, ya sea buscar alcanzar, como buscar evitar, es siempre yo pensando "x", como un burro alucinando con una zanahoria que no existe en ningún otro lugar más que en su pensamiento.
Así, la creencia en la supuesta realidad de "lo buscado" crea en uno es estado de carencia que me hace sentirme un "buscador"; alguien que "debe" buscar, que "necesita" tal o cual cosa para poder sentirse pleno, para poder ser líbremente y sin restricciones, él mismo.
Lo buscado crea al buscador.
Mis miedos soy yo pensandome "amenazado", "en peligro", etc.
Mis deseos y esperanzas, mi búsqueda, soy yo pensando "placer", "realización", "iluminación", "liberación", "dios", "salvación", etc.
Mi "identidad" en esta vida, soy yo pensándome..., asumiéndome, y por tanto sintiéndome así!
Sólo cuando la falta de realidad del objeto buscado es puesta de manifiesto, entonces el "buscador" desaparece junto con ella, y junto con él, todo el desvelo, la sensación de incompletitud y todo lo que perturbaba la paz que allí siempre hubo.
Así, puestos en evidencia a la luz de la atención el mecanismo de "creación" de la aparente dualidad y su carencia absoluta de realidad, muere entonces espontánemente el entusiasmo por "el/lo otro" junto con toda la perturbación interior que este "objeto" de nuestros deseos, esperanzas o temores alentaba; y aunque los pensamientos permanezcan, ya no son tomados por una realidad, ya no opacan más este sentido de ser, único, vasto, silente, indiviso, este uno mismo,conciencia simple de ser eso que es, llamada "yo".
Este atemporal inmodificable nombrado "yo" que uno es...
Richard Mesones.
Nunca ha habido el menor cambio.
Lo único que cambia es la forma en que uno es visto,
según la forma en que uno es pensado.
La forma en que uno se ve, según uno se piensa.
O sea, la conciencia que es la vida absoluta manifestándose como "yo", "tú"
, "él", etc, siendo conciente de si misma, jamás modifica su naturaleza esencial.
Lo único que va cambiando es la forma en que esa conciencia se ve, la forma en que "yo" me veo.
Pero siempre he sido yo mismo.
Siempre soy yo mismo.
Y siempre seré yo; pensado así, o asá,
hasta que me de cuenta de la futilidad, del engaño, del error, de la mentira, de la falsedad, de lo condicionante de pensarme.
"Yo" es el nombre con que la conciencia se nombra en cada uno al tomar conciencia de si misma en cada uno.
Pensarme, creerme, asumirme de un determinado modo, me hace sentirme-verme como si realmente fuera así, sin percatarme que es tan sólo un estado artificial de "ser" creado por el pensamiento.
Yo que estoy "dormido", yo que soy un "iluminado", yo que "no soy suficientemente bueno", yo que soy un "buscador espiritual", yo que soy "...", etc,etc,etc...
Vaya juego de idiotas!
Es más, basta con ver ya mismo que ese "otro" ("yo pensándome así o pensándome asá") no es una realidad, que soy simplemente yo pensandome "otro"...
En ese momento se torna evidente que tan sólo soy yo, que siempre he sido yo, que siempre seré yo..., simplemente yo..., llanamente yo..., naturalmente yo..., sin ninguna cualidad adosada ni ningún tipo de aditamento.
Toda búsqueda, ya sea buscar alcanzar, como buscar evitar, es siempre yo pensando "x", como un burro alucinando con una zanahoria que no existe en ningún otro lugar más que en su pensamiento.
Así, la creencia en la supuesta realidad de "lo buscado" crea en uno es estado de carencia que me hace sentirme un "buscador"; alguien que "debe" buscar, que "necesita" tal o cual cosa para poder sentirse pleno, para poder ser líbremente y sin restricciones, él mismo.
Lo buscado crea al buscador.
Mis miedos soy yo pensandome "amenazado", "en peligro", etc.
Mis deseos y esperanzas, mi búsqueda, soy yo pensando "placer", "realización", "iluminación", "liberación", "dios", "salvación", etc.
Mi "identidad" en esta vida, soy yo pensándome..., asumiéndome, y por tanto sintiéndome así!
Sólo cuando la falta de realidad del objeto buscado es puesta de manifiesto, entonces el "buscador" desaparece junto con ella, y junto con él, todo el desvelo, la sensación de incompletitud y todo lo que perturbaba la paz que allí siempre hubo.
Así, puestos en evidencia a la luz de la atención el mecanismo de "creación" de la aparente dualidad y su carencia absoluta de realidad, muere entonces espontánemente el entusiasmo por "el/lo otro" junto con toda la perturbación interior que este "objeto" de nuestros deseos, esperanzas o temores alentaba; y aunque los pensamientos permanezcan, ya no son tomados por una realidad, ya no opacan más este sentido de ser, único, vasto, silente, indiviso, este uno mismo,conciencia simple de ser eso que es, llamada "yo".
Este atemporal inmodificable nombrado "yo" que uno es...
Richard Mesones.
Ecos de un paraíso que una vez todos caminamos...
TU TIENES EL RELOJ, YO TENGO EL TIEMPO...
Entrevista realizada por VÍCTOR M. AMELA a MOUSSA AG ASSARID.
No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...!
Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de
Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi
padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy
soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo.
- ¡Qué turbante tan hermoso...!
- Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto
cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su
través.
- Es de un azul bellísimo...
- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela
destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...
- ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?
- Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos
naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.
- ¿Por qué?
- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.
- ¿Quiénes son los tuareg?
- Tuareg significa "abandonados", porque somos un viejo pueblo nómada
del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman.
Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.
- ¿Cuántos son?
- Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población
decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que
existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este
pueblo.
- ¿A qué se dedican?
- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en
un reino de infinito y de silencio...
- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?
- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio
corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.
- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor
nitidez?
- Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos
dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba...
Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra
cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!
- ¿Sí? No parece muy estimulante. ..
- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo
que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar,
aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte
llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.
- Saber eso es valioso, sin duda...
- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una
tiene enorme valor!
- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?
- Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso.
¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar
juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!
- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?
- Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se
corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...
- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...
- Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa
falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel
Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas
de llorar.
- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?
- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando
veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un
dolor tan inmenso...
- ¿Tanto como eso?
- Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los
animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre
murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a
contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.
- ¿Qué pasó con su familia?
- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día
yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama
para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa...
Entendí: mi madre estaba ayudándome...
- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?
- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally
París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo
recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El
Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...
- Y lo logró.
- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.
- ¡Un tuareg en la universidad. ..!
- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de
leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí
las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es
distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.
- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?
- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan
la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia
de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por
qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!
- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.
- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y
el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al
campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo,
amarillo, verde...
- Fascinante, desde luego...
- Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té.
Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a
todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...
- Qué paz...
- Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.
Entrevista realizada por VÍCTOR M. AMELA a MOUSSA AG ASSARID.
No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...!
Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de
Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi
padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy
soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo.
- ¡Qué turbante tan hermoso...!
- Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto
cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su
través.
- Es de un azul bellísimo...
- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela
destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...
- ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?
- Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos
naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.
- ¿Por qué?
- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.
- ¿Quiénes son los tuareg?
- Tuareg significa "abandonados", porque somos un viejo pueblo nómada
del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman.
Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.
- ¿Cuántos son?
- Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población
decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que
existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este
pueblo.
- ¿A qué se dedican?
- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en
un reino de infinito y de silencio...
- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?
- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio
corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.
- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor
nitidez?
- Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos
dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba...
Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra
cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!
- ¿Sí? No parece muy estimulante. ..
- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo
que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar,
aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte
llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.
- Saber eso es valioso, sin duda...
- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una
tiene enorme valor!
- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?
- Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso.
¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar
juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!
- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?
- Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se
corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...
- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...
- Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa
falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel
Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas
de llorar.
- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?
- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando
veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un
dolor tan inmenso...
- ¿Tanto como eso?
- Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los
animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre
murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a
contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.
- ¿Qué pasó con su familia?
- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día
yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama
para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa...
Entendí: mi madre estaba ayudándome...
- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?
- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally
París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo
recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El
Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...
- Y lo logró.
- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.
- ¡Un tuareg en la universidad. ..!
- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de
leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí
las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es
distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.
- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?
- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan
la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia
de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por
qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!
- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.
- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y
el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al
campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo,
amarillo, verde...
- Fascinante, desde luego...
- Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té.
Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a
todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...
- Qué paz...
- Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.
Yo no sé - Pedro Rodea (Ativarnashrami) -
Yo no sé cómo hago que yo escucho
--------------------------------------------------------------------------------
Yo no sé cómo hago que yo escucho…˜ yo no sé cómo hago que yo veo…˜ yo no sé cómo hago que se siente que yo soy…˜ yo no sé cómo hago que yo sé que esta sensación de que yo soy no se sentía…˜ Cuando estoy en mi sueño profundo…˜ yo no sé cómo hago que yo no escucho…˜ cuando estoy en mi sueño profundo…˜ yo no sé cómo hago que yo no veo…˜ cuando estoy en mi sueño profundo…˜ yo no sé cómo hago que no se siente esta sensación de que yo soy…˜ ¿Cuál es este enigma profundo de mí mismo?…˜ ¿cómo es que yo sé que yo no sé?…˜ ¿Cómo hago yo que mi sueño profundo sobreviene?…˜ ¿cómo hago yo que en mi sueño profundo no se siente esta sensación de que yo soy?…˜ ¿Cuán terrible es este estado en que esta sensación de que yo soy no se siente?…˜
Yo no sé cómo hago…˜ Recedamos a yo no sé cómo hago…˜ sumerjámonos en yo no sé cómo hago…˜ aneguémonos en yo no sé cómo hago…˜ Yo no sé no tiene límites…˜ yo no sé no puede describirse…˜ yo no sé no comienza…˜ yo no sé no acaba…˜
La escucha y la visión y la sensación de que yo soy…˜ han aparecido en mí…˜ Yo no sé cómo hago que esta escucha y esta visión y esta sensación de que yo soy han aparecido en mí…˜ Yo no las he hecho…˜ yo no las estoy haciendo ahora…˜ Ellas no eran conmigo…˜ yo lo sé…˜ Ellas no son conmigo cuando sobreviene mi sueño profundo…˜ Mi yo no sé es absoluto…˜ Mi yo sé que yo no sé es mi tesoro…˜ y mi reposo…˜ y mi paz…˜
Si me sumerjo en yo no sé…˜ me encuentro singularmente expandido…˜ Yo no alcanzo a ver el comienzo de mi yo no sé…˜ Yo no sé es eterno…˜ es indestructible…˜ sin olvido…˜ sin recuerdo…˜ sin emociones…˜ sin comprensiones…˜ una integralidad idéntica a sí misma siempre…˜
Yo era integralmente yo no sé…˜ Esto lo sé…˜ esto lo veo…˜ ahora…˜ Es lo más amado porque es lo más mí mismo…˜ Yo jamás he buscado escuchar ni presenciar ni que se sienta la sensación de que yo soy…˜ Esto yo lo sé…˜ esto yo lo veo…˜ Por eso yo no sé cómo hago que yo escucho…˜ por eso yo no sé cómo hago que yo veo…˜ por eso yo no sé cómo hago que se siente que yo soy…˜
Yo veo revela que yo no veía…˜ yo escucho revela que yo no escuchaba…˜ se siente que yo soy revela que se siente que yo soy no se sentía…˜
¿A quién se dirigen las proposiciones que me dicen que yo soy este individuo?…˜ Yo sé que este individuo no era conmigo…˜ Mi atención se vuelve únicamente a cuando este individuo no era…˜ Lo que encuentro no es mi ausencia…˜ lo que encuentro es la ausencia de este individuo…˜
Me vuelvo a cuando este individuo no era…˜ y no encuentro mi ausencia…˜ Lo que encuentro es a mí mismo…˜ Yo no sabía es todo lo que sé de mí mismo…˜ Yo no sabía que yo soy…˜ esta sensación de ser no se sentía…˜ Entonces me pregunto…˜ ¿cómo he hecho yo que yo he llegado a saber que yo soy?…˜ ¿cómo he hecho yo que yo he llegado a escuchar?…˜ ¿cómo he hecho yo que yo he llegado a presenciar?…˜ Me hago estas preguntas…˜ y tengo inmediatamente la respuesta…˜ Mi respuesta es yo no sé…˜ ¿Por qué entonces iba yo a forzar una respuesta falsa que me extranjerice a mí mismo de mí mismo?…˜
¿A quién se dirigen las proposiciones de que yo soy este individuo que presencio?…˜
Ativarnashramî
--------------------------------------------------------------------------------
Yo no sé cómo hago que yo escucho…˜ yo no sé cómo hago que yo veo…˜ yo no sé cómo hago que se siente que yo soy…˜ yo no sé cómo hago que yo sé que esta sensación de que yo soy no se sentía…˜ Cuando estoy en mi sueño profundo…˜ yo no sé cómo hago que yo no escucho…˜ cuando estoy en mi sueño profundo…˜ yo no sé cómo hago que yo no veo…˜ cuando estoy en mi sueño profundo…˜ yo no sé cómo hago que no se siente esta sensación de que yo soy…˜ ¿Cuál es este enigma profundo de mí mismo?…˜ ¿cómo es que yo sé que yo no sé?…˜ ¿Cómo hago yo que mi sueño profundo sobreviene?…˜ ¿cómo hago yo que en mi sueño profundo no se siente esta sensación de que yo soy?…˜ ¿Cuán terrible es este estado en que esta sensación de que yo soy no se siente?…˜
Yo no sé cómo hago…˜ Recedamos a yo no sé cómo hago…˜ sumerjámonos en yo no sé cómo hago…˜ aneguémonos en yo no sé cómo hago…˜ Yo no sé no tiene límites…˜ yo no sé no puede describirse…˜ yo no sé no comienza…˜ yo no sé no acaba…˜
La escucha y la visión y la sensación de que yo soy…˜ han aparecido en mí…˜ Yo no sé cómo hago que esta escucha y esta visión y esta sensación de que yo soy han aparecido en mí…˜ Yo no las he hecho…˜ yo no las estoy haciendo ahora…˜ Ellas no eran conmigo…˜ yo lo sé…˜ Ellas no son conmigo cuando sobreviene mi sueño profundo…˜ Mi yo no sé es absoluto…˜ Mi yo sé que yo no sé es mi tesoro…˜ y mi reposo…˜ y mi paz…˜
Si me sumerjo en yo no sé…˜ me encuentro singularmente expandido…˜ Yo no alcanzo a ver el comienzo de mi yo no sé…˜ Yo no sé es eterno…˜ es indestructible…˜ sin olvido…˜ sin recuerdo…˜ sin emociones…˜ sin comprensiones…˜ una integralidad idéntica a sí misma siempre…˜
Yo era integralmente yo no sé…˜ Esto lo sé…˜ esto lo veo…˜ ahora…˜ Es lo más amado porque es lo más mí mismo…˜ Yo jamás he buscado escuchar ni presenciar ni que se sienta la sensación de que yo soy…˜ Esto yo lo sé…˜ esto yo lo veo…˜ Por eso yo no sé cómo hago que yo escucho…˜ por eso yo no sé cómo hago que yo veo…˜ por eso yo no sé cómo hago que se siente que yo soy…˜
Yo veo revela que yo no veía…˜ yo escucho revela que yo no escuchaba…˜ se siente que yo soy revela que se siente que yo soy no se sentía…˜
¿A quién se dirigen las proposiciones que me dicen que yo soy este individuo?…˜ Yo sé que este individuo no era conmigo…˜ Mi atención se vuelve únicamente a cuando este individuo no era…˜ Lo que encuentro no es mi ausencia…˜ lo que encuentro es la ausencia de este individuo…˜
Me vuelvo a cuando este individuo no era…˜ y no encuentro mi ausencia…˜ Lo que encuentro es a mí mismo…˜ Yo no sabía es todo lo que sé de mí mismo…˜ Yo no sabía que yo soy…˜ esta sensación de ser no se sentía…˜ Entonces me pregunto…˜ ¿cómo he hecho yo que yo he llegado a saber que yo soy?…˜ ¿cómo he hecho yo que yo he llegado a escuchar?…˜ ¿cómo he hecho yo que yo he llegado a presenciar?…˜ Me hago estas preguntas…˜ y tengo inmediatamente la respuesta…˜ Mi respuesta es yo no sé…˜ ¿Por qué entonces iba yo a forzar una respuesta falsa que me extranjerice a mí mismo de mí mismo?…˜
¿A quién se dirigen las proposiciones de que yo soy este individuo que presencio?…˜
Ativarnashramî
Nada sucede y todo sucede...
¿Qué sucede cuando uno ya no se identifica más con lo que sucede en uno, llámese sentimientos, pensamientos, sensaciones, recuerdos, etc ?
¿Qué sucede cuando ya no hay más apego a una condición exclusiva como referencia de ser, de verdad interior, y por tanto no hay más resistencia al fluir interior?
Pués bien, nada sucede..., y todo sucede...
Nada sucede, porque ni hay sonido de cornetas y violines, ni fuegos artificiales ni absolutamente ninguna sensación de logro o de algo especial.
Y nada sucede, pues, al no estar más identificado con ninguna cualidad específica, entonces se siente que todo sucede en uno, pero que nada le sucede a-uno.
Y por ello mismo, todo sucede...
Todo está "permitido".
Toda emoción, sentimiento, pensamiento, idea, sensación, recuerdo, fantasía o lo que fuere puede surgir en esa espaciosidad interior carente de centro.
Todo surge y se diluye en espontánea danza interior sin control ni dirección.
Externamente, uno llora, ríe, corre, duerme, va, viene, se cae, se levanta, etc.
Igual que cualquiera.
Internamente, no hay nadie aquí a quien las actividades del cuerpo-mente le sucedan.
Ninguna entidad separada del fluir de la vida, con voluntad propia o desiciones que tomar.
Esa es la única diferencia.
No que no me pase lo mismo que a usted, los mismos sentimientos, etc.
Sino que no me suceden a "mi".
El "yo" es tan sólo un manojo de recuerdos y puntos de vista, de hábitos mentales y apegos emocionales.
Un manojo que la brisa de la observación desparrama a los cuatro vientos revelando así su falta de substancia real, su carencia de realidad.
"Luego", simplemente la vida, siendo, sin nadie viviéndola...
Me explico; si usted observa cualquier movimiento interno sin la idea de que "no debería ser así", hallará que en esa no resistencia interior a lo que es, lo que es cesa por si mismo.
No se forman dos fragmentos, "yo" y "eso otro".
Queda el silencio, la espaciosidad del ser en la cual todo sucede, y a la cual nada le sucede.
Es el espacio inviolable, la sacralidad que no puede ser manipulada, alcanzada, perdida o ganada, que no puede ser sobornada con oraciones, rituales, conductas, ofrendas, ejercicios ni plegarias.
Sin un "yo" separado del movimiento de lo que es, en ese sagrado espacio interior, entonces ya no hay nadie aquí.
Hay sólo la vida, siendo, a su propio ritmo en cada manifestación, en "cada ser".
La vida, que ya no busca nada fuera de si ni en ninguna otra dirección.
La misma vida que, espontáneamente se llamará a silencio, a recogerse en si misma para contemplar en si misma el misterio de su propia esencia.
Cuando ya no hay nadie buscando nada, el espacio se "abre", y lo absoluto asoma...
Richard Mesones.
¿Qué sucede cuando ya no hay más apego a una condición exclusiva como referencia de ser, de verdad interior, y por tanto no hay más resistencia al fluir interior?
Pués bien, nada sucede..., y todo sucede...
Nada sucede, porque ni hay sonido de cornetas y violines, ni fuegos artificiales ni absolutamente ninguna sensación de logro o de algo especial.
Y nada sucede, pues, al no estar más identificado con ninguna cualidad específica, entonces se siente que todo sucede en uno, pero que nada le sucede a-uno.
Y por ello mismo, todo sucede...
Todo está "permitido".
Toda emoción, sentimiento, pensamiento, idea, sensación, recuerdo, fantasía o lo que fuere puede surgir en esa espaciosidad interior carente de centro.
Todo surge y se diluye en espontánea danza interior sin control ni dirección.
Externamente, uno llora, ríe, corre, duerme, va, viene, se cae, se levanta, etc.
Igual que cualquiera.
Internamente, no hay nadie aquí a quien las actividades del cuerpo-mente le sucedan.
Ninguna entidad separada del fluir de la vida, con voluntad propia o desiciones que tomar.
Esa es la única diferencia.
No que no me pase lo mismo que a usted, los mismos sentimientos, etc.
Sino que no me suceden a "mi".
El "yo" es tan sólo un manojo de recuerdos y puntos de vista, de hábitos mentales y apegos emocionales.
Un manojo que la brisa de la observación desparrama a los cuatro vientos revelando así su falta de substancia real, su carencia de realidad.
"Luego", simplemente la vida, siendo, sin nadie viviéndola...
Me explico; si usted observa cualquier movimiento interno sin la idea de que "no debería ser así", hallará que en esa no resistencia interior a lo que es, lo que es cesa por si mismo.
No se forman dos fragmentos, "yo" y "eso otro".
Queda el silencio, la espaciosidad del ser en la cual todo sucede, y a la cual nada le sucede.
Es el espacio inviolable, la sacralidad que no puede ser manipulada, alcanzada, perdida o ganada, que no puede ser sobornada con oraciones, rituales, conductas, ofrendas, ejercicios ni plegarias.
Sin un "yo" separado del movimiento de lo que es, en ese sagrado espacio interior, entonces ya no hay nadie aquí.
Hay sólo la vida, siendo, a su propio ritmo en cada manifestación, en "cada ser".
La vida, que ya no busca nada fuera de si ni en ninguna otra dirección.
La misma vida que, espontáneamente se llamará a silencio, a recogerse en si misma para contemplar en si misma el misterio de su propia esencia.
Cuando ya no hay nadie buscando nada, el espacio se "abre", y lo absoluto asoma...
Richard Mesones.
Sin resistencia...
Aquello que usted resiste, le esclaviza.
Aquello que usted libera le libera a usted.
Y la libertad es lo que usted es, el fluir natural de su ser-siendo, de su naturaleza original.
Los sentimientos no vienen en bloques separados o aislables.
Son el fluir de lo emocional, el fluir manifestàndose.
Resistir a uno, es resistir al fluir, insensibilizarse, dividirse, fragmentarse y generar conflicto y sufrimiento en uno.
Sin resistencia, el mismo fluir que trae los sentimientos los hace diluirse en èl.
Todos los estados son, por su misma naturaleza, impermanentes.
Sin resistencia al fluir emocional, las olas se resuelven por sì solas y el mar vuelve a ser-en-paz, vasto, inabarcable, insondable...
Sin resistencia, la verdad de lo que se Es se revela a Sì, a Sì-misma como eso que ES y que no necesita de nada externo, de ninguna condiciòn especìfica o exclusivo-excluyente para ser.
Lo que se Es, permanece inafectado, intocado, eternamente impoluto.
Se descubre asì adentro de uno mismo lo que fútilmente se buscaba fuera.
Lo que se creìa indisolùblemente ligado o asociado a tales o cuales circunstancias o condiciones, se revela ahora como intrìnseco, inherente al propio Ser-incondicionado.
Ya nada hay entonces que deba ser "buscado"...
Nada que sea "necesitado" para poder "ser" plenamente.
Y si nada hay entonces que pueda arrebatarnos este tesoro interior recièn encontrado, ¿què importancia podrìan tener nuestras circunstancias especìficas?
El miedo se ha ido...
Lo que sea que traiga la vida serà bueno...
Lo espero con alegrìa...
Richard Mesones.
Aquello que usted libera le libera a usted.
Y la libertad es lo que usted es, el fluir natural de su ser-siendo, de su naturaleza original.
Los sentimientos no vienen en bloques separados o aislables.
Son el fluir de lo emocional, el fluir manifestàndose.
Resistir a uno, es resistir al fluir, insensibilizarse, dividirse, fragmentarse y generar conflicto y sufrimiento en uno.
Sin resistencia, el mismo fluir que trae los sentimientos los hace diluirse en èl.
Todos los estados son, por su misma naturaleza, impermanentes.
Sin resistencia al fluir emocional, las olas se resuelven por sì solas y el mar vuelve a ser-en-paz, vasto, inabarcable, insondable...
Sin resistencia, la verdad de lo que se Es se revela a Sì, a Sì-misma como eso que ES y que no necesita de nada externo, de ninguna condiciòn especìfica o exclusivo-excluyente para ser.
Lo que se Es, permanece inafectado, intocado, eternamente impoluto.
Se descubre asì adentro de uno mismo lo que fútilmente se buscaba fuera.
Lo que se creìa indisolùblemente ligado o asociado a tales o cuales circunstancias o condiciones, se revela ahora como intrìnseco, inherente al propio Ser-incondicionado.
Ya nada hay entonces que deba ser "buscado"...
Nada que sea "necesitado" para poder "ser" plenamente.
Y si nada hay entonces que pueda arrebatarnos este tesoro interior recièn encontrado, ¿què importancia podrìan tener nuestras circunstancias especìficas?
El miedo se ha ido...
Lo que sea que traiga la vida serà bueno...
Lo espero con alegrìa...
Richard Mesones.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)