Resistir y reaccionar me obligan a hacer lo que no quiero hacer. La reacción hace lo que los demás quieren que se haga.
Yo confundí y confundo los hechos con la reacción. Yo le adjudiqué, supuse intención y mala intención a los hechos que no pude enfrentar adecuadamente, que no comprendí, que me derrotaron y con los que perdí.
¿Puedo yo darme cuenta las consecuencias de confundir reacción con acción?
Yo reacciono frente a un hecho y no me doy cuenta que el problema está en la reacción y no en el hecho.
Es mi reacción la que produce resultados terribles y no los hechos en los que trato de justificarme, explicarme.
El movimiento-reacción es uno sólo y el mismo: querer saber y/o creer que se sabe. Renunciando querer saber la vida es el “reino de los cielos”.
El hecho es inerte y exterior a uno. La reacción es el hecho en uno, vivificando lo exterior en uno.
Carlos Silva.
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