¿Puedo yo darme cuenta en el corazón?
¿Por qué yo no me doy cuenta que soy yo?
Uno cree que el no darse cuenta, mejor dicho que el aparentar no darse cuenta, da una gran ganancia.
Puede hacer cantidad de cosas que sino no podría hacer. Se gana tiempo para uno en relación a lo que quieren los demás.
Pero todo esto, tan superficial, hace que uno no se de cuenta más de sí mismo.
Darse cuenta de las implicancias y consecuencias del decidir, es la expresión de la inteligencia. En esto no hay cálculo, ni valorización, ni tiempo. El uno es la negación total del otro.
Es indescriptible el precio que se paga cada instante en que uno no se da cuenta de si.
Darse cuenta es algo totalmente diferente, y la mente nunca lo podrá sustituir.
En el darse cuenta no hay un experimentador separado de la cosa experimentada.
Yo soy la cosa en sí.
En el prever, anticipar, representar, proyectar, imaginar, mentalizar, visualizar, hay siempre un observador, un
experimentador temeroso y separado de la cosa experimentada.
¿Puedo darme cuenta yo las consecuencias de confundir el darse cuenta con el reconocer?
¿Puedo?, quiere decir poder. ¿Quiero?, quiere decir deseo. Primero renuncio al poder y después deseo. Esta es la inteligencia del ego.
¿Puedo yo darme cuenta?
¿Quiero yo darme cuenta?
¿Puedo yo darme cuenta de las consecuencias de no darme cuenta que yo soy yo?
¿Puedo yo darme cuenta de las consecuencias de no darme cuenta que estoy solo?
¿Por qué yo no puedo concebir, admitir, reconocer, ver que yo soy yo y que estoy solo?
Yo temo que los demás se den cuenta que yo me doy cuenta.
Temiendo que los demás se den cuenta que yo me doy cuenta, es que simulo no darme cuenta. Así renuncio a darme cuenta. Así aprendí a no darme cuenta.
Yo temo que los demás se den cuenta de lo que yo hago. Pero sólo yo puedo darme cuenta de lo que yo vivo.
Yo creo que son los demás que me espían, sin embargo soy yo que me doy cuenta. En realidad soy yo que huyo y me escondo de mi.
Yo me doy cuenta que los demás en mi soy yo.
Yo proyecto las imágenes de los demás en mí, para evitar que los demás me vean.
Yo proyecto las imágenes de los demás en mi para que los demás no me vean.
¿Dónde yo creo que proyecto las imágenes de los demás?
¿Dónde yo creo que hiero a los demás?
¿Dónde yo creo que castigo a los demás?
¿Dónde yo creo que modifico a los demás?
Creemos defendernos de los demás y nos engañamos a nosotros mismos.
¿Puedo darme cuenta las consecuencias de traicionarme para mostrar que yo no soy yo y que no importa?
¿Puedo darme cuenta las consecuencias de ponerme en el lugar de los demás para aparentar que yo no soy yo?
¿Puedo darme cuenta las consecuencias de separarme y no darme cuenta mas quien soy yo?
¿Puedo darme cuenta las implicancias y consecuencias de temer el dolor?
¿Puedo darme cuenta las implicancias y consecuencias de no darme cuenta que estoy sólo?
¿Puedo darme cuenta las implicancias y consecuencias de imaginar a los demás y no darme cuenta que imagino?
¿Puedo darme cuenta las implicancias y consecuencias de imaginar, suponer, proyectar y no darme cuenta que soy yo que lo hago?
¿Puedo yo darme cuenta las consecuencias de agarrarme a las imágenes y nombres?
¿Puedo darme cuenta las consecuencias de no querer darme cuenta que yo soy yo?
¿Puedo darme cuenta yo que las consecuencias del querer saber las sufro yo?
¿Puedo darme cuenta yo que las consecuencias de toda curiosidad la sufro yo?
El separarme produce la ilusión de no sufrir las consecuencias de los propios pensamientos y acciones.
Yo sufro, y el temor al sufrir me separa de mí, aparentando separarme del dolor.
El temor a los demás me separa de mí para ponerme en el lugar de los demás.
Yo me separo de mí, para obligar a los demás a que se den cuenta de mí.
¿No será más fácil aprender a no separarme y darme cuenta yo de lo que quiero que se den cuenta los demás?
Carlos Silva.
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