Escritos de CARLOS SILVA.

E L M I S T E R I O D E L A V I D A .        Carlos Silva


La vida esta enamorada de la muerte.
La muerte esta enamorada de la vida.

No hay voluntad que pueda separar el abrazo de amor entre la vida y la muerte.

El mundo en el que se sobrevive, su mundo, es el resultado de ese esfuerzo de separar-se, alejar-se e ilusionar-se con que no llegará nunca lo que está sucediendo en cada instante: El vivir-morir que es amar.

Cuando no se acepta la unidad indivisible que es el vivir-morir, se cae en manos del placer-dolor y también nace el esfuerzo frustrante por separarlos. La voluntad de separar el placer del dolor, evitar uno y alcanzar el otro, contiene el germen de toda corrupción y sufrimiento.

SIENTA AMOR AMANDO AHORA. No hay otro instante.

La vida es un océano de felicidad y amor.
La felicidad y el amor son el único material que constituye la vida.

EL miedo a la felicidad es el autor de todo el mundo de fantasía dolorosa en que Ud. sobrevive.
El miedo a la felicidad se disfraza del miedo al sufrimiento.

¿Puedo yo no poner-me en el lugar de los demás para saber?
¿Puedo yo dar-me cuenta antes, en vez de odiar-me después?
¿Puedo yo no repetir el error de los demás que es el repetir el error de los demás que es el repetir el error?

El querer saber es-en-sí querer saber anticipadamente, lo que es premeditación.
Esta voluntad está en la raíz del nombrar. EL querer saber es intención premeditada de anticipadamente saber, para evitar lo temido que es la felicidad y el amar que es recibir-dar-recibir.

Una cosa es sentir miedo. Otra es sintiéndolo, entregarse a él como sinónimo del bien.
Otra es sobreponerse al miedo y entregar-se a hacer lo que no hay que hacer.

Una cosa es sentir-se atemorizado y huir del atemorizador. Otras es atemorizar. ¿En cuál de ellos está Ud. ahora?
Cuando asume ser el atemorizador, ¿no se da cuenta de ser el atemorizado?
Cuando se siente atemorizado, ¿no se da cuenta de ser el atemorizador?

Cualquiera sea su respuesta está Ud. perdido. Sólo le queda el conocerse a si-mismo.

El conocimiento del Ser tiene un solo camino. Niéguele la atención a los objetos del miedo, del deseo, de la envidia, de los celos, del odio, del egoísmo y dirija la atención al sujeto de todas estas sensaciones.

Cuando lea o escuche no preste atención a lo que oye o lee, pues esto se hace solo, sin esfuerzo.
Dirija la atención a las respuestas que da “Hal” (*) en el cuarto de la fantasía al centro del sistema defensivo.

Si lo hace, comenzará a ver que los objetos pierden fuerza y el dictador inobservado será cada vez mas aparente.
Cuanto más cerca de él, verá que cada vez tiene menos fuerza y cuando lo tenga a su alcance, abrácelo.
Es alérgico al amor y morirá.

Es inaceptable para la contradicción egocéntrica el que todo el Universo sea sólo para él y para nadie más. La generosidad de la ignorancia egocéntrica no lo acepta. Lo considera un egoísmo!

El miedo es el disfraz del deseo. El deseo es el disfraz del miedo. El esfuerzo por separar el miedo del deseo y que el deseo no desee lo temido y que el miedo no tema lo deseado, es tan vano y fútil como el esfuerzo por separa el dolor del placer.

El sueño del deseo es liberar-se del temor y el sueño del temor es liberar-se del deseo. Es el esfuerzo fútil de la ignorancia y su motor de energía auto-generada.

No es posible trascender el plano mental sin ser-sentir-vivir el miedo-deseo y el placer-dolor como la unidad que son.

¿Puedo yo no nombrar para poder ver, sentir, oir y darme cuenta que yo soy yo?
¿Puedo yo no traicionarme? ¿Puedo yo no traicionar-me nombrando?

La utopía de la igualdad y la justicia es el fruto cruel y perverso de la omnipotencia de la demagogia egocéntrica, con la que se pretende demostrar envidiosamente que se es mejor que lo creado.

En dos instantes somos físicamente iguales: al nacer y al morir. En el medio, está el laberinto de causa-efecto-causa, en el que en cada instante Ud. tiene la oportunidad de dar-se cuenta de dar-se cuenta de ser y estar fuera del laberinto.

Para dar-se cuenta de dar-se cuenta es necesario ser capaz de ver y no nombrar lo que se ve.

Dar-se cuenta y no nombrarlo. Sentir-se y no nombrarlo. Oir y no nombrarlo. Si Ud. es capaz de dar-se cuenta, ver, sentir y oir sin nombrarlo estará cara a cara con lo innombrable. Abrácelo o tírese a sus pies y guarde silencio.

Nunca sabrá cómo llegó ahí. Si nace el esfuerzo por saberlo y recordarlo para comerciar con él, se encontrara en la bolsa de la basura, la memoria y vuelta a empezar.

La materialización del sueño tiene riesgo y su precio es el error. Al que le toca el error es un elegido.
Tiene la oportunidad de eternizarse en el infierno autocreado, maldiciendo la vida o entrar en el Paraíso del creador, que está y no está en lo creado.
El que pretenda un sueño perfecto en el sentido más ignorante del término, tiene que detenerse en él.
No pretender materializarlo.


Carlos Silva 1996.

(*) “Hal” es el nombre del computer de “2001 Odisea del Espacio”

E L T E M O R. Carlos Silva


El temor es un dardo envenenado por el pasado, que se localiza en el corazón, paralizándolo. El temor es el verdadero núcleo central de lo que llamamos “yo”. El yo, ego, mí, es la única causa de todo lo indeseable.

La vida esta moldeada por el temor al dolor. El dolor a perder. El dolor a no ganar. EI dolor de ser engañado.
El temor al dolor es el temor a los demás, pues siempre el dolor viene a través de los demás, en la relación con los demás.

El temor es una creación del pasado que pretende prevenir, anti­cipar, evitar que suceda todo lo doloroso.
El temor para evitar lo doloroso e indeseable, lo proyecta todo el tiempo.
El temor no tiene realidad en el presente, ni tampoco vida en sí.
El temor saca ventajas del dolor.

¿El dolor es anterior al temor? ¿Cuál es la verdadera causa del dolor?

La estúpida mente humana piensa que el dolor es necesario. El dolor de la pérdida es necesario porque sino lo perdería todo. Si fuese feliz en la pérdida como en la ganancia, lo perdería todo sin darme cuenta. Esta es la lógica de la mente. Tiene que haber incendios, sino ¿que harían los bomberos?

Aterrorizado por el temor de que los demás se den cuenta, me pongo en el lugar de los demás para evitar que se den cuenta.
La mente-yo-ego-temor acusa a los demás. Toda acusación es la prue­ba de la culpabilidad del que acusa. El yo se oculta acusando, proyec­tando su culpabilidad “afuera”.

El temor me acusa de lo que no sucedió, me amenaza con lo que podría suceder, con lo que podría haber sucedido.
El temor que los demás se den cuenta.
El deseo de ocultarse de los demás.
El temor a no ser reconocido.
El deseo de ser reconocido.

El miedo se oculta amenazando y tratando de que no suceda lo que ya sucedió y está sucediendo. Caos y contracción sin fin.
El temor dice que para evitar el caos se debe afirmar y fortalecer lo que está, qué es el temor-caos.
El temor, que es el pasado, da la ilusión de protegernos de1 futuro. El querer saber anticipadamente representando lo que sucederá en el fututo abre la puerta a la expresión del pasado, el temor, la irracionalidad.

El temor, el dolor y el placer van siempre juntos.

El temor amenaza con el dolor, dando simultáneamente placer. Así la víctima se entrega y se corrompe mas y mas.

¿Puedo yo darme cuenta del temor en si mismo?
¿Puedo yo ver el temor desde si en si?
¿Puede el temor-yo darme cuenta que a quien corrompo es a mi?
¿Puedo yo darme cuenta del dolor?





Carlos Silva.

R E A C C I O N. Carlos Silva


Resistir y reaccionar me obligan a hacer lo que no quiero hacer. La reacción hace lo que los demás quieren que se haga.

Yo confundí y confundo los hechos con la reacción. Yo le adjudiqué, supuse intención y mala intención a los hechos que no pude enfrentar adecuadamente, que no comprendí, que me derrotaron y con los que perdí.

¿Puedo yo darme cuenta las consecuencias de confundir reacción con acción?

Yo reacciono frente a un hecho y no me doy cuenta que el problema está en la reacción y no en el hecho.
Es mi reacción la que produce resultados terribles y no los hechos en los que trato de justificarme, explicarme.

El movimiento-reacción es uno sólo y el mismo: querer saber y/o creer que se sabe. Renunciando querer saber la vida es el “reino de los cielos”.

El hecho es inerte y exterior a uno. La reacción es el hecho en uno, vivificando lo exterior en uno.


Carlos Silva.

DARSE CUENTA. Carlos Silva


¿Puedo yo darme cuenta en el corazón?
¿Por qué yo no me doy cuenta que soy yo?

Uno cree que el no darse cuenta, mejor dicho que el aparentar no darse cuenta, da una gran ganancia.

Puede hacer cantidad de cosas que sino no podría hacer. Se gana tiempo para uno en relación a lo que quieren los demás.
Pero todo esto, tan superficial, hace que uno no se de cuenta más de sí mismo.

Darse cuenta de las implicancias y consecuencias del decidir, es la expresión de la inteligencia. En esto no hay cálculo, ni valorización, ni tiempo. El uno es la negación total del otro.

Es indescriptible el precio que se paga cada instante en que uno no se da cuenta de si.

Darse cuenta es algo totalmente diferente, y la mente nunca lo podrá sustituir.
En el darse cuenta no hay un experimentador separado de la cosa experimentada.
Yo soy la cosa en sí.

En el prever, anticipar, representar, proyectar, imaginar, mentalizar, visualizar, hay siempre un observador, un experimentador temeroso y separado de la cosa experimentada.

¿Puedo darme cuenta yo las consecuencias de confundir el darse cuenta con el reconocer?

¿Puedo?, quiere decir poder. ¿Quiero?, quiere decir deseo. Primero renuncio al poder y después deseo. Esta es la inteligencia del ego.

¿Puedo yo darme cuenta?
¿Quiero yo darme cuenta?
¿Puedo yo darme cuenta de las consecuencias de no darme cuenta que yo soy yo?
¿Puedo yo darme cuenta de las consecuencias de no darme cuenta que estoy solo?
¿Por qué yo no puedo concebir, admitir, reconocer, ver que yo soy yo y que estoy solo?

Yo temo que los demás se den cuenta que yo me doy cuenta.
Temiendo que los demás se den cuenta que yo me doy cuenta, es que simulo no darme cuenta. Así renuncio a darme cuenta. Así aprendí a no darme cuenta.

Yo temo que los demás se den cuenta de lo que yo hago. Pero sólo yo puedo darme cuenta de lo que yo vivo.

Yo creo que son los demás que me espían, sin embargo soy yo que me doy cuenta. En realidad soy yo que huyo y me escondo de mi.
Yo me doy cuenta que los demás en mi soy yo.
Yo proyecto las imágenes de los demás en mí, para evitar que los demás me vean.
Yo proyecto las imágenes de los demás en mi para que los demás no me vean.

¿Dónde yo creo que proyecto las imágenes de los demás?
¿Dónde yo creo que hiero a los demás?
¿Dónde yo creo que castigo a los demás?
¿Dónde yo creo que modifico a los demás?

Creemos defendernos de los demás y nos engañamos a nosotros mismos.

¿Puedo darme cuenta las consecuencias de traicionarme para mostrar que yo no soy yo y que no importa?
¿Puedo darme cuenta las consecuencias de ponerme en el lugar de los demás para aparentar que yo no soy yo?
¿Puedo darme cuenta las consecuencias de separarme y no darme cuenta mas quien soy yo?
¿Puedo darme cuenta las implicancias y consecuencias de temer el dolor?
¿Puedo darme cuenta las implicancias y consecuencias de no darme cuenta que estoy sólo?
¿Puedo darme cuenta las implicancias y consecuencias de imaginar a los demás y no darme cuenta que imagino?
¿Puedo darme cuenta las implicancias y consecuencias de imaginar, suponer, proyectar y no darme cuenta que soy yo que lo hago?
¿Puedo yo darme cuenta las consecuencias de agarrarme a las imágenes y nombres?
¿Puedo darme cuenta las consecuencias de no querer darme cuenta que yo soy yo?
¿Puedo darme cuenta yo que las consecuencias del querer saber las sufro yo?
¿Puedo darme cuenta yo que las consecuencias de toda curiosidad la sufro yo?

El separarme produce la ilusión de no sufrir las consecuencias de los propios pensamientos y acciones.

Yo sufro, y el temor al sufrir me separa de mí, aparentando separarme del dolor.

El temor a los demás me separa de mí para ponerme en el lugar de los demás.

Yo me separo de mí, para obligar a los demás a que se den cuenta de mí.

¿No será más fácil aprender a no separarme y darme cuenta yo de lo que quiero que se den cuenta los demás?



Carlos Silva.

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El Arte de Cuestionarse    


El arte de preguntarse está compuesto de dos, tres, ó cuatro, ó cinco movimientos psíquicos. Menos son, mejor és. Depende del objeto de la investigación. Podemos llamarlos movimientos psicológicos? Porque tienen una secuencia lógica y centran inequívocamente, al sujeto de la mente: el yo.

El yo és el único al que yo debo aprender a preguntar. Cuando el yo pregunta a sí mismo, no hay respuesta verbal. El darse cuenta y el preguntarse; el preguntarse y el darse cuenta de la pregunta, recibiéndola, és en sí la respuesta.

La respuesta nunca és verbal.

El repetir. Es hoy día algo conocido, el que en los primeros 3 años de vida se graba el 50% del condicionamiento que nuestros amados más cercanos transmiten. De ahí la intensidad de la repetición: "!Cuidado con el lobo! !Viene el lobo! !Te llevo al cuarto oscuro!" Sin fin. De los 3 a los 7 años un 35% y hasta los 17 el 15% restante. Después Ud. repite como una más o menos buena máquina.

Como resultado de esta "doma", que vulnerabilidad le ha quedado? Qué caparazón ha desarrollado? Qué Sistema Defensivo tan veloz y anticipativo ha creado? Dependiendo de ello, son necesarios como mínimo, unos 20 minutos de repetición para que una información penetre a la memoria profunda y actúe como una segúnda naturaleza. El repetir incansablemente las acusaciones del miedo han desequilibrado la mente y el corazón.

La búsqueda del sí, que es la inseguridad del ego-yo buscando seguridad, ha sido y és tan obsesiva, que la ha desequilibrado más aún. Las preguntas sin respuesta son lo único que puede equilibrarla. Que cada cosa tenga su lugar y proporción.

El primer movimiento és el reconocimiento afirmativo: Yo sufro.
El segundo és: Yo tengo miedo de sufrir.
El tercero és: convertir la afirmación de que "yo tengo miedo de sufrir", en una pregunta:
¿Yo tengo miedo de sufrir?
El cuarto movimiento consiste en el preguntarse al revés la misma pregunta. Esto és, cambiando el sujeto: Yo, tengo miedo de sufrir? ó Yo sufro porque tengo miedo?
El quinto movimiento és todavía preguntarse: Yo, tener miedo de sufrir, no és un sufrimiento?

1:- Yo tengo miedo de sufrir.
2:- Yo tengo miedo de sufrir?
3:- ó yo sufro porque tengo miedo?
4:- Yo, tener miedo de sufrir, no és un sufrimiento?
Como se ve el movimiento uno y dos lo hemos condensado y partimos de una afirmación: "Yo tengo miedo de sufrir." Las variantes pueden ser muchas. También se puede comenzar del tres, dando por óbvio todo lo anterior. " Yo tengo miedo de sufrir? ó Yo sufro porque tengo miedo? Yo tengo miedo de la soledad. Yo tengo miedo de la soledad? ó Yo estoy aislado porque tengo miedo? Yo, tener miedo de la soledad no és un sufrimiento?
Se puede hacer, como ya hemos dicho, de diversas formas. Lo importante és hacerlo. Si és posible de todas las formas. Al revés y al derecho. A continuación hay una serie de 160 preguntas sin respuesta. Lo que cuenta és cada segundo de trabajo. Con intensidad. Con determinación. Con pasión.

Yo tengo miedo de morir? ó Yo no vivo porque tengo miedo?
Yo, tener miedo de morir, no és un sufrimiento?
Yo tengo miedo de equivocarme? ó Yo me equivoco porque tengo miedo?
Yo, tener miedo de equivocarme, no és equivocado?
Yo tengo miedo de perder? ó Yo pierdo porque tengo miedo?

Tomado del libro "Herramientas de trabajo interior" de Carlos Silva.

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Herramientas de trabajo Interior    de    Carlos Silva



¿Separar-se o no separar-se?

Yo no me separo de mi corazón para saber.
Yo no me separo de mi corazón para escapar.
Yo no me separo de mi corazón para esconderme.
Yo no me separo de mi corazón para acusar.
Yo no me separo de mi corazón para anticipar.
Yo no me separo de mi corazón para ayudar.
Yo no me separo de mi corazón para enseñar.
Yo no me separo de mi corazón para herir.
Yo no me separo de mi corazón para comparar.
Yo no me separo de mi corazón para envidiar.
Yo no me separo de mi corazón para odiar.
Yo no me separo de mi corazón para violentar.
Yo no me separo de mi corazón para frenar.
Yo no me separo de mi corazón para robar.
Yo no me separo de mi corazón para mentir.
Yo no me separo de mi corazón para engañar.
Yo no me separo de mi corazón para trampear.
Yo no me separo de mi corazón para reclamar.
Yo no me separo de mi corazón para obligar.
Yo no me separo de mi corazón para imponer mi voluntad.
Yo no me separo de mi corazón para anticipadamente herir.
Yo no me separo de mi corazón para anticipadamente estafar.
Yo no me separo de mi corazón para anticipadamente robar el placer.
Yo no me separo de mi corazón para anticipar y robar la ganancia.
Yo no me separo de mi corazón para justificarme anticipadamente.
Yo no me separo de mi corazón para evitar.
Yo no me separo de mi corazón para posponer.
Yo no me separo de mi corazón para focalizar a los demás.
Yo no me separo de mi corazón para reflejar a los demás.
Yo no me separo de mi corazón para visualizar a los demás.
Yo no me separo de mi corazón para nombrar.
Yo no me separo de mi corazón para imaginar.
Yo no me separo de mi corazón para suponer.
Yo no me separo de mi corazón para deducir.
Yo no me separo de mi corazón para opinar.
Yo no me separo de mi corazón para resistir.
Yo no me separo de mi corazón para interferir.
Yo no me separo de mi corazón para interrumpir.
Puedo yo no separar-me de mi corazón para modificar lo que ya pasó?
Puedo yo darme cuenta de las implicancias y consecuencias de no darme cuenta de que no me doy cuenta?

Hasta aquí tenemos sólo cuarenta "motivos justificantes" para separar-se, para abandonar-se y traicionar el corazón.
¿Es posible vivir sin separarse?
¿Por qué y para qué sobrevivir separados?



Carlos Silva. (Extraído del libro: "Herramientas de trabajo interior".)

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